Un ejemplo impresionante de que hay un lugar alcanzable más allá de la realidad material es la plegaria. Hace más de 20 años, unos investigadores pusieron en marcha unos experimentos para verificar si la plegaria era eficaz. Dividieron en grupos a diversos pacientes de hospitales, todos ellos gravemente enfermos. Por algunos de ellos se rezaba y por otros no. En todos los casos, se le siguió proporcionando una excelente asistencia médica y, a pesar de ello, el grupo de aquellos por los que se rezaba pareció recuperarse mejor.
El resultado fue tanto más sorprendente cuando se descubrió que la persona que realizaba la plegaria no tenía necesariamente que conocer al paciente personalmente ni incluso saber su nombre. Pero no fue hasta 1998 que un equipo de la Universidad de Duke demostró a todos los escépticos que la plegaria tiene tanta fuerza.

Incluso antes de estos resultados altamente inquietantes, tal y como lo calificaron los investigadores, el fenómeno de la plegaria había ganado repentinamente una nueva popularidad, aunque olvidaban el punto esencial. La plegaria es un viaje a la conciencia que conduce a un lugar diferente de aquel al que llevan los pensamientos ordinarios. Nos unimos a ella en un lugar en que no cuentan las ataduras corporales. La intención de hacerla bien tiene un efecto sobre las ataduras espacio-tiempo; en otras palabras, la plegaria es un suceso cuántico ejecutado por el cerebro. La mayor de todas las pistas que Dios nos ha dejado por encontrar es la Luz.
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